El pasado viernes, 15 de agosto de 2008. Fuimos dando un paseo en moto hasta Casares donde pudimos deleitarnos con los BAÑOS DE HEDIONDA.
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Un chapuzón saludable
CASARES.Julio César mandó construir los baños de la Hedionda después de comprobar las propiedades curativas de sus aguas. El fuerte hedor que desprenden es el motivo de su curioso apelativo. Decenas de visitantes se sumergen en ellas a diario.
PAISAJE. Los baños están en pleno entorno natural.
EL mar o la piscina. Éstas no son las únicas opciones que tenemos para aliviar las altas temperaturas del verano. Puestos a darse un chapuzón, lo mejor es decantarse por sumergir el cuerpo dentro de unas aguas que además de refrescar tengan propiedades curativas. No hace falta para ello acudir a uno de los modernos balnearios o 'spa'. La naturaleza da la posibilidad de disfrutar de estos servicios y mejorar la salud sin necesidad de costosos tratamientos. Uno de estos secretos se encuentra en los baños de la Hedionda. Toda una leyenda envuelve a estas famosas aguas del municipio de Casares, situadas en plena naturaleza. Año 61 antes de Cristo. Las legiones de Julio César acampaban al pie del Canuto de la Utrera dispuestas a atacar a las tropas de Pompeyo. Todo estaba listo para la batalla, pero la sarna mermaba la atención de los soldados. Aparentemente no había alivio posible. El malestar iba en aumento y el campamento se asentaba junto a un río de aguas color turquesa que desprendían un desagradable olor a huevos podridos en el que se sentaban los guerreros. Sorprendentemente comprobaron cómo sus picores disminuían después de lavarse en ellas.Según la historia, así es como se descubrieron las propiedades curativas de las aguas sulfurosas de estos baños. Un paraje ubicado en el valle del río Manilva en el que según otras versiones, fue el propio emperador quien mandó construir unas termas tras curarse de una enfermedad herpética después de tratarse con las aguas de este lugar.
CASARES.Julio César mandó construir los baños de la Hedionda después de comprobar las propiedades curativas de sus aguas. El fuerte hedor que desprenden es el motivo de su curioso apelativo. Decenas de visitantes se sumergen en ellas a diario.
PAISAJE. Los baños están en pleno entorno natural.
EL mar o la piscina. Éstas no son las únicas opciones que tenemos para aliviar las altas temperaturas del verano. Puestos a darse un chapuzón, lo mejor es decantarse por sumergir el cuerpo dentro de unas aguas que además de refrescar tengan propiedades curativas. No hace falta para ello acudir a uno de los modernos balnearios o 'spa'. La naturaleza da la posibilidad de disfrutar de estos servicios y mejorar la salud sin necesidad de costosos tratamientos. Uno de estos secretos se encuentra en los baños de la Hedionda. Toda una leyenda envuelve a estas famosas aguas del municipio de Casares, situadas en plena naturaleza. Año 61 antes de Cristo. Las legiones de Julio César acampaban al pie del Canuto de la Utrera dispuestas a atacar a las tropas de Pompeyo. Todo estaba listo para la batalla, pero la sarna mermaba la atención de los soldados. Aparentemente no había alivio posible. El malestar iba en aumento y el campamento se asentaba junto a un río de aguas color turquesa que desprendían un desagradable olor a huevos podridos en el que se sentaban los guerreros. Sorprendentemente comprobaron cómo sus picores disminuían después de lavarse en ellas.Según la historia, así es como se descubrieron las propiedades curativas de las aguas sulfurosas de estos baños. Un paraje ubicado en el valle del río Manilva en el que según otras versiones, fue el propio emperador quien mandó construir unas termas tras curarse de una enfermedad herpética después de tratarse con las aguas de este lugar.
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El paso de los años no ha podido borrar esta leyenda. Buena cuenta de ello dan los múltiples visitantes que cada día acuden a este paraje para disfrutar de las propiedades beneficiosas para la piel que dejaron en herencia los romanos. Nada más llegar al lugar el fuerte olor que desprenden estas aguas sorprende a quienes no conocen la zona. Aconsejados por unos amigos, David y Makita visitan por primera vez este balneario de la naturaleza. «La sensación es difícil de explicar; el olor desagrada pero sólo con estar aquí durante unos minutos te sientes más relajada y notas la piel más suave», tratan de describir Trucos Pero, ¿cómo se pueden aprovechar al máximo las propiedades de este balneario natural? Los lugareños se conocen al dedillo el pequeño ritual a seguir. Recomiendan darse un baño, ya sea en el interior de las termas o en el cauce del río, para después aplicarse una capa del barro verdoso de la ribera sobre todo el cuerpo, e incluso por el cabello. Una vez hecho esto, y si se consigue soportar el hedor, habrá que dejar que el sol seque el lodo hasta que empiece a cuartearse. Cuando esté bien seco, un baño en el río será la mejor forma de terminar este tratamiento de belleza que según dicen, es el más barato y eficaz que hay en el mercado.Quienes conocen la zona saben que este lugar, declarado como Bien de Interés Cultural (BIC), no es sólo un atractivo de verano. Otra de las curiosidades de los baños de la Hedionda es la temperatura del agua; tanto en invierno como en verano se mantiene a unos 18 grados ,ya que la Sierra de la Utrera no sólo emana aguas sulfurosas, sino también calientes. «En invierno a veces la sensación de frío es más intensa fuera del agua». Todo un descubrimiento imperial, que aunque fuera por casualidad, ha conseguido sobrevivir al progreso para llegar convertirse en un regalo de valor incalculable para este municipio.
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